sábado, 10 de diciembre de 2011

Zhuang Zi


En los campos los caballos pacen yerba y beben agua; cuando están contentos, se frotan el cuello unos contra otros; cuando están furiosos, vuelven la grupa y se cocean. Eso es todo lo que saben hacer.

Mas cuando se les echó al cuello la yugueta y se los aparejó con frontiles en forma de luna, los caballos aprendieron a romper la vara de guardia, a torcer el cuello para quitarse la yugueta, a resistirse a los enganches del toldo, a escupir el freno, a tarazar las riendas. Si pues los caballos se tornaron astutos y adoptaron actitudes hostiles al hombre, el culpable no fue otro sino Bole.

En el tiempo del emperador Hexu, los hombres vivian tranquilos sin hacer nada, y cuando viajaban no iban a  ninguna parte. Holgábanse cuando comían, se daban unas palmaditas en la barriga y se iban a pasear. Eso era todo lo que aquellas gentes sabían hacer.

Cuando aparecieron los sabios, doblegaron y quebraron a los hombres con los ritos y la música, para así corregir las formas y actitudes de todo el mundo; y presentaron como modelo la benevolencia y la justicia, para consuelo de los corazones del mundo entero. Solo entonces el pueblo se lanzó a la carrera en pos del conocimiento, y empezó a luchar ahincadamente por las ventajas materiales. Y ya no se pudo parar. De todo lo cual los solos culpables fueron los sabios.

Bole: domador de caballos.

Con sus cascos pueden los caballos pisar la escarcha y la nieve, y con su pelo resistir el viento y el frío; comen yerba y beben agua, levantan las patas y brincan; he ahí la verdadera naturaleza del caballos. Los encumbrados estrados y los amplios palacios carecen de interés para ellos. Hasta que apareció Bole diciendo: "yo sé cómo manejar a los caballos". Y empezó a quemarlos con el hierro, a trasquilarlos, a recortarles los cascos, a marcarlos a fuego, a embridarlos y trabarlos, a encerrarlos agrupados en establos: dos o tres de cada diez caballos murieron. Hízoles después padecer hambre y sed, y trotar y galopar, y los puso en fila los adiestró; hízoles sufrir en su boca con el freno y amenazó su grupa con el látigo. Al final murieron más de la mitad de los caballos.

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