A orillas del mar vivían unos niños amantes de las gaviotas. Cada mañana iban a jugar con ellas a la playa, pronto se acercaban otras y así hasta rodearles cientos de ellas. El padre de los pequeños les dijo un día:
- "He visto que las gaviotas juegan con vosotros. Atrapad algunas para que yo pueda divertirme tambien con ellas."
Al día siguiente, cuando llegaron a la orilla del mar, las aves desplegaron sus piruetas, pero sin descender un solo momento.
Por eso se dice: "El discurso perfecto carece de palabras, el acto perfecto es la no acción. Aquello que todos los sabios conocen es poco profundo".
Lie Zi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario