miércoles, 10 de noviembre de 2010

La no acción, acto perfecto.

A orillas del mar vivían unos niños amantes de las gaviotas. Cada mañana iban a jugar con ellas a la playa, pronto se acercaban otras y así hasta rodearles cientos de ellas. El padre de los pequeños les dijo un día:

- "He visto que las gaviotas juegan con vosotros. Atrapad algunas para que yo pueda divertirme tambien con ellas."

Al día siguiente, cuando llegaron a la orilla del mar, las aves desplegaron sus piruetas, pero sin descender un solo momento.



 Por eso se dice: "El discurso perfecto carece de palabras, el acto perfecto es la no acción. Aquello que todos los sabios conocen es poco profundo".

Lie Zi.

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